Blogia
mentesanacuerposano

CARTA A MI PRINCESA

CARTA A MI PRINCESA Desde hace tiempo, vengo pensando en ti. Día y noche. El corazón arde en deseos de verte. Pero no así mi, llamemos, intelecto. No sólo permanece indiferente, sino, es más, busca el olvido. O, mejor dicho, más que olvidarte, es que estos sentimientos se queden en una amistad potencial. Tampoco quiero ser grosero ni cortésmente frío.,pues si nunca sé a qué atenerme contigo, ¿a qué intentar nada? Soy un hombre de 38 años, que en sus horas de soledad -que son muchas- busca distracción observando a las personas. Y esta afición, "hobby", o como gustes llamar, me ha llevado a fijarme en ti, en tus reacciones, lo que buscas en tu entorno y lo que tu entorno busca en ti. También he podido ver que, al igual que ese entorno y tú en multitud de ocasiones formáis una unidad, también hay veces que esa unidad se rompe. No de una forma violenta, pero sí sutilmente. Y, a pesar de ello, sabes que tus amigos nunca te abandonan a tu suerte. Siempre hay alguno que está dispuesto -tanto hombre como mujer- a escucharte. Porque el cariño que despiertas es tan grande, tan hondo, que jamás te falta su apoyo., Confieso, sin ningún tipo de pudor, que, con estos breves y superficies contactos -que nunca fueron a nivel personal- has traído alegría y ganas de vivir a mi alma. El tiempo que estás cerca de mí, unas veces más otras menos, es una especie de bálsamo. Todos los pesares que aprisionan mi existencia, por un momento, los olvido... porque tú me haces olvidarlos. Y cuando, al fin te vas, una sensación de optimismo, unas renovadas energías, me animan y dan aliento. Pues vivir se me hace muy cuesta arriba. Tanto, que a veces me siento desfallecer. Y si no fueran esos ratos tuyos, que me dan fuerzas, ¿quién escalaría tan difícil montaña?    Y es que, mi querida Princesa aunque no me atenaza la pasión, sí una gran ternura hacia tu persona. Una ternura que nace de lo más íntimo de mi ser. Antes de seguir, una pequeña aclaración. No quiero que me tomes por un sátiro. No hay deseos sexuales desenfrenados ni fuera de lugar. En ese aspecto, soy bastante templado... Una persona absolutamente normal: ni me excedo ni me quedo corto, además de muy respetuoso. En los últimos tiempos, ocurren cosas muy desagradables, que nos llevan a desconfiar unos de otros y a sospechar de los extraños. No temas, Princesa, pues, que no voy de desaforado. Te repito que es una gran ternura lo que siento., Es posible que, a estas alturas, te preguntes por qué no me he dado a conocer personalmente. Pienso que es mejor así. Sobre todo para ti. Pero sin que sepas que, en alguna parte, cuando lo necesites, hay un amigo. Un amigo dispuesto a hacer por ti lo que sea. Cuando pueda verte, sabré, por formas de reaccionar ante el exterior, cómo has recibido la presente. Por cierto, añado que tampoco te sientas espiada, día y noche. Nadie te espía los movimientos, por paradójico que pueda parecerte., Voy a decirte lo que más me fascina de ti, aunque te pueda parecer una soberana tontería: tu risa. Tienes una forma de reir que me encanta. Franca, sin artificios, natural. Nace de lo más hondo y llega a la superficie, como manantial de agua clara. Estalla la alegría de vivir. Ese amor al mundo que te caracteriza. Tu risa, Princesa, tesoro que compartes con todos aquellos que forman tu círculo. Lluvia mansa que riega eriales. Rayo de luz muy blanca en las tenebrosas sombras de la noche sin fin. Oro fino, diamante pulido, entre tanta miseria humana. ¡Cómo olvidar tu risa, si regala nueva vida al corazón aquejado de tristeza., Por ello, te pido sólo una cosa: ríe siempre. No dejes que la vida con sus avatares te la robe. Como tú sólo sabes hacerlo. No te preocupe que los años dejen su poso en tu corazón. La jovialidad, si uno quiere, se puede conservar hasta el último aliento. Es muy difícil encontrar alguien risueño. Todos andamos quejándonos de todo. Y al cabo, nos preguntamos cuándo nos reímos la última vez. Recordamos con añoranza aquellos días en que teníamos buen humor. Y lo vemos como un tesoro que tuvimos alguna vez y que, en alguna parte, dejamos olvidado. De ahí que me diga, una y otra vez, que el Destino ha sido bueno conmigo al permitir este encuentro contigo. Ríe, Princesa, ríe hasta la saciedad. Del amor y del dolor, del odio y la alegría. Ríe, que la risa es Mayo florido. Un inmenso jardín que sólo unos pocos escogidos disfrutan., No puedo ofenderme ni sentirme humillado si esta carta te causa cierto regocijo. Lo que más me dolería es que te produjera desazón o algún otro sentimiento que te hurtara lo más bonito que tienes. ¿Sabes? Prefiero la indiferencia más absoluta. En fin, Princesa, a pesar de la presente, sigue tu vida. Si algún día, por azar, me diriges la palabra personalmente, sabrás que fui yo quién te escribió esta carta.

Te deseo que seas totalmente dichosa y que jamás te falte esa alegría de vivir tan tuya. Te quiere con toda su alma.

0 comentarios